Pequeño Compendio de Estupideces Ambientales de un gobierno que hace obras a lo bruto
Por: Biól. Gerardo Coria ---
Tanta gansada lanzada al aire o mostrada en hechos desde hace un tiempo por funcionarios de la Municipalidad de Villa Dolores y concejales oficialistas cuando intentan justificar acciones o posturas en cuestiones relacionadas con el ambiente, merece por lo menos un intento de ordenamiento cronológico y una breve aclaración que explique por qué pueden considerarse notables estupideces…
· Primera estupidez:
una de las obras más promocionada por este gobierno municipal, el Teatro Griego y Centro Cívico, levantada en un espacio inmenso y central de la ciudad, que sin embargo no tiene ni un cuadradito destinado a especies vegetales de la región. Ni hablar de recrear allí una muestra de ambiente nativo o aunque sea un parque autóctono, que podría funcionar como ejemplo educativo y de identidad transerrana. ¿Puede hacerse eso con palmeras traídas del norte, con las que el Sr. intendente adorna cada lugar que inaugura? Su concepto de belleza y de ambiente natural coincide más con el de los diseñadores de parques del siglo 19 que con las ideas actuales… También, y de entrada nomás, los árboles de la ciudad sufrieron las ínfulas de experto urbanista del Sr. intendente, que mutiló y extrajo ejemplares a solo criterio suyo o de sus preferidos de Servicios Públicos, sin consulta alguna a especialistas. Y no hay que olvidar la gramilla del Teatro Griego, que tan verde mantiene la Municipalidad, pero que fue robada sin pudor a las orillas del río De los Sauces. Todo un símbolo de qué lugar tiene la ecología en esta administración. “Total crece rápido…”, explicó muy convencido el mano derecha del intendente.
· Segunda estupidez:
pretende el intendente que hace mucho por el ambiente de Traslasierra con su “incubadora de proyectos ambientales” (¿A quién pudo ocurrírsele ese nombre…?), ubicada en un predio que tenía una buena porción de monte autóctono que ahora ha sido transformada en una especie de parque con -otra vez- palmeras exóticas, césped y flores. ¿Qué va a incubar allí? ¿El concepto de que naturaleza, ambiente natural, es igual a un ordenadito jardín de postal? Esa es la idea de política ambiental que tienen en la municipalidad local, por lo que se ve. Y allí mismo, el nuevo vertedero de residuos que el Sr. intendente ofrece a los cuatro vientos como solución para la región es, en realidad, exactamente lo mismo que el antiguo y polémico vertedero que ahora administra su archienemigo Alberto Giménez, y que se ha transformado en un potencial peligro sanitario y ambiental, tal como en su momento advirtieron los vecinos que se oponían a ese sistema. El interés del “hacedor” de Traslasierra en clausurar ese desastroso primer vertedero no parece ser ambiental, como intenta fingir, sino económico: mientras más basura traigan a su relleno, más dinero entrará a sus arcas, y político: hasta organizó un corte de ruta frente al viejo vertedero llevando gente y reclamando que las ONG’s participaran. Politiquería pura. Pero en cuanto a la separación en domicilio, la recolección diferenciada, el reciclado, el aprovechamiento de la fracción orgánica como compost, no avanzan más allá de tímidos intentos desorganizados que ya llevan años o que ni siquiera se pusieron en marcha. Hace poco, columnas de humo podían observarse emerger de su “incubadora”, producto de quemas de restos vegetales del desmonte sin planificación ni control que se hace allí. Con esos criterios, hasta el cementerio parque y el predio industrial que el Sr. intendente también quiere meter en esas 60 hectáreas terminarán siendo mejor opción para el pobre ambiente nativo…
· Tercera estupidez:
tres directores pasaron por el área de ambiente del municipio durante esta gestión y la dejaron. Renunciaron. Una ingeniera muy capaz y con ideas para dar solución a temas importantes del momento, que tuvo la intención de hacer participar en sus proyectos a la ciudadanía, pero que no pudo ni comenzar a trabajar. Una abogada muy cumplidora de lo que su omnisciente jefe le imponía, pero que no pudo más que distribuir unas cuantas bolsas anaranjadas para una separación de basura que a duras penas subsiste en algunos pocos barrios y como premio terminó haciendo trámites en Bs. As. Y hace poco, un profesor y reconocido ambientalista que prometía mejorar la gris situación de esa área del gobierno local pero que quedó atrapado entre su clara conciencia de lo que significa defender el ambiente y la pretensión del Sr. intendente de hacerle pasar por alto el evidente impacto negativo que significa para un ecosistema natural el paso de un rally de autos. Otra renuncia. Duró menos de dos semanas. Eligió bien.
Actualmente la Dirección de Ambiente no tiene quien la conduzca y debe estar en “stand by”, en manos de algún funcionario obediente. Esto no le preocuparía al Sr. intendente si no fuera por una cuestión de apariencia, ahora que el ambiente se considera un tema de gobierno cada vez más importante, porque en definitiva él es quien siempre se arrogó el derecho de tomar todas las decisiones. Incluidas las técnicas, que no le corresponderían. ¡Qué difícil es encontrar gente que trabaje como uno quiere!, ¿no es cierto Sr. intendente?
· Cuarta estupidez:
”…nosotros no debemos hablar del Río de los Sauces, especialmente aquí en Villa Dolores, sino debemos hablar del cauce del río, porque no es más río. Río es aquel que trae agua… aquí no tenemos más ningún río”. Ayayay… ¿Tenemos que soportar estas declaraciones incoherentes, aunque las haga el propio intendente de la ciudad y sin siquiera ponerse colorado? Tal vez comparadas con otros atropellos y torpezas que le endilgan no sea mucho, pero tampoco es para dejarlo pasar tan indulgentemente, y aún menos cuando el Río de Los Sauces es uno de los principales ejes de la problemática ambiental local y regional. Como es su costumbre, el Sr. intendente cree que lo sabe todo, que su lógica es impecable y que ser elegido para dirigir un municipio le da derecho a decidir sin consultar a nadie, sobre cualquier tema, lo que demasiadas veces trae lamentables consecuencias para toda la comunidad. Así, su excusa para seguir abandonando el río, para declararlo muerto y para despreciar todo proyecto de recuperarlo para la ciudad y protegerlo, es relacionar situaciones de manera burda, siguiendo criterios sin fundamento alguno y achacando intereses mezquinos a todo el que tenga otra posición, en un intento de desviar la atención del verdadero problema: su propio interés en resaltar cada obra que realiza como si fuera lo único y mejor que la ciudad necesita. Por ejemplo, el Sr. intendente cree que una pileta con confitería y (¡otra vez!) palmeras, del “primer mundo” imaginará él, puede reemplazar al río y su entorno natural, un complejo ecosistema, modificado por el hombre para aprovechar el agua y con signos de degradación, pero aún recuperable y de máxima importancia, no sólo ecológica sino también social, cultural y económica. ¿Sabrá el Sr. intendente qué abarcan esas dimensiones y por qué son tan importantes? Tal vez si saliera de su estrechez y convocara a los ciudadanos a colaborar, muchos podrían explicárselo.
O quizás no es capaz de hacer nada desde su posición para impulsar un cambio en el manejo del recurso hídrico, excesivamente concentrado en un solo sector interesado y administrado muy deficientemente por la Provincia, adhiriendo de esa forma al esfuerzo de vecinos y ONG’s que se involucran en la búsqueda de soluciones a este problema que es de toda la sociedad, porque se trata del agua, uno de los bienes más preciados y que es patrimonio común de los hombres.
Hace poco, su viveza captó que la comunidad sí valora el río y los servicios ambientales que provee, y entonces cambió un poco el discurso. Después de aleccionar que desde el dique compensador ya no había más río, ahora consiente que un caudal ecológico es necesario en Piedra Pintada, “para ir a refrescarse en verano”, según dice, y expone así su pobre entendimiento de lo que ese caudal significa. Pero más allá, en Villa Dolores, ¿para qué? si él ya estableció que allí solamente hay un cauce seco… ¿O no entienden todavía quién es el que manda?...
Y hace poquito nomás, presentó al Concejo Deliberante un proyecto para preservar la cuenca del Río de Los Sauces, un escrito de carilla y media que no dice nada concreto, pero sí evidencia la intención de hacer creer que, después de asegurar que “el río no es más río”, ahora le importa lo que pase con ese curso de agua. Se acercan las elecciones y hay que cubrir todos los flancos…
· Quinta estupidez:
antes de que se lleve a cabo el pasado Rally Nacional “Ciudad de Villa Dolores”, cada uno de los funcionarios municipales más obedientes se dedicaron a repetir el versito que su jefe esperaba oír sobre la inocuidad ambiental de esa carrera, para lo que no fueron capaces de esgrimir el más mínimo fundamento válido. Lo mismo pasó entre los concejales oficialistas, que tuvieron que dejar de lado su raciocinio y apelaron sólo a sus músculos abductores para levantar el brazo y votar a favor del paso del rally por la Reserva Natural Urbana “Río de Los Sauces”, lo que deja mucho que desear en cuanto a su independencia del poder ejecutivo. O realmente no tienen aptitud para discernir entre una posición fundamentada y una simple opinión sin conocimiento profundo, o la presión de la autoridad les anuló hasta el sentido común.
El Sr. intendente se obstinó en hacer pasar uno de los tramos del rally por el cauce del río, y por lo bajo se dijo que ante una tímida sugerencia de que ese sector estaba dentro de la Reserva, el señor de la ciudad respondió amablemente que “el rally pasa por el río sí o sí”. La palabra del señor es ley para sus seguidores, más ley que la Ordenanza que creó la Reserva, y allá fueron todos en filita a responderle a esos políticos disfrazados de ecologistas: “Tenemos todas las autorizaciones de la Provincia”, se escuchó por ahí. “Hemos enviado los informes a las autoridades provinciales”, dijeron por allá.
Mientras funcionarios y concejales obedientes se escandalizaban y hasta algún furioso y devoto defensor de la gestión municipal tildaba de “demoníaca” la denuncia penal realizada por quien escribe, ninguna demostración fundada de todas y cada una de las cosas que dijeron fue exhibida. Las autorizaciones aludidas fueron emitidas por distintos entes provinciales en base a información enviada por Villa Dolores donde se evita nombrar específicamente la existencia del área natural protegida local, sabiendo que eso generaría problemas; de hecho, desde la Secretaría de Ambiente se confirmó que no tenían registros de presentación de Aviso de Proyecto ni de algún tipo de autorización para ese evento. Otros organismos, como el Consejo de Seguridad Deportiva Provincial, la Agencia Córdoba Turismo o Defensa Civil, podrán autorizar un rally desde el ámbito que le compete, pero nada tienen para opinar sobre materia ambiental. Por otro lado, los “informes” remitidos por la municipalidad fueron sólo notas exaltando las virtudes deportivas y turísticas de la carrera, pero no hubo ningún documento de los exigidos por la Sec. de Ambiente para considerar qué tipo de estudio ambiental era necesario.
Y siguieron las declaraciones: “¡No sabemos en qué puede afectar al ambiente la carrera!”, dijo un funcionario sorprendidísimo, y agregó: “¡esto (el rally) es algo que se hace siempre y en todos lados!”, para justificar su opinión.
De pronto, cada funcionario municipal, cada concejal oficialista y cada fanático del rally es experto en impacto ambiental. Su opinión vale igual que la de quien ha estudiado, tiene experiencia y trabaja en ese ámbito. Declaran sin que se les mueva un pelo que el rally no producirá ningún efecto dañino sobre flora y fauna ni sobre el terreno. ¿Cómo lo saben?¿Qué evaluación ambiental hicieron para determinar con tanta seguridad que nada grave pasará?¿Acaso caminar de vez en cuando por el río o mandar un empleado de Servicios Públicos a mirar cómo quedó la Reserva luego del rally es suficiente para confirmar su opinión? No cumplen con su obligación de informar a la Sec. de Ambiente, la autoridad competente, y ni siquiera existe hoy en el municipio un área con injerencia ambiental, pero si el Sr. intendente dice disparates sobre ese tema cualquier funcionario se siente autorizado a repetirlas como si fuera un erudito. ¿Harían lo mismo si se tratara de evaluar cómo construir un edificio o un puente, o como medicar a un enfermo?... Pero se trata de un poco de agua, pajaritos y plantitas, ¿quién no sabe de eso? ¡Que no exageren esos ecologistas! Siempre se oponen a todo, y hablan con palabras difíciles, y molestan con que todo contamina, todo hace daño… ¡uuuhhh!
· Sexta estupidez:
tal vez una de las mayores en el ranking de estupideces, teniendo en cuenta que implica un enfoque de la realidad que afecta las decisiones políticas sobre el ambiente, que luego todos debemos sufrir.
“No nos dejemos llevar por los agoreros del achatamiento, hoy políticos disfrazados de ecologistas que tenían la pretensión de empañar este rally…” ”Si quieren ser políticos, que lo sean, pero que se saquen la máscara de ecologistas y trabajen por el bien común, y el bien común es la promoción en serio del turismo de esta región…”. Además, se despacha con una lección de lo que, según su criterio, es ser ecologista: plantar árboles y regarlos…
En esta perorata del Sr. intendente emergieron con claridad dos cosas: en primer lugar, que al no tener ningún argumento serio y lógico para defender sus acciones ante el reclamo de personas que se preocupan y trabajan por la defensa del ambiente, intenta desacreditarlos con torpes acusaciones, dichas con tono de verdad revelada, como es común en los pequeños funcionarios que no pueden soportar que los ciudadanos sean firmes en su posición y soliciten que algo errado se corrija. En segundo término, demuestra netamente su pobrísimo concepto sobre qué es la política y qué es hacer política, y también sobre qué es defender el ambiente. Por como plantea el tema, para el Sr. intendente “ser político” se contradice con “ser ecologista”, ignorando evidentemente que cualquier actividad que alguien realice dentro de la sociedad es, de hecho, política. Todos hacemos política, no sólo los que llamamos “políticos”. Además si un ambientalista hace algo más que plantar arbolitos y regarlos (y es claro para la comunidad que aquellos a quienes el Sr. intendente dirigió sus acusaciones hicieron mucho más que eso; hicieron y hacen verdadera política ambiental), si se opone seriamente a acciones o proyectos que podrían dañar el ambiente, entonces es que esconde algo o tiene otros oscuros intereses, aunque le pongan delante de sus narices argumentos claros y científicos. Y, por supuesto, no se le ocurre otro interés que el político, el único que él pareciera conocer, después del económico, claro... Sr. intendente: defender el ambiente y hacer política es parte de lo mismo. A veces la confusión puede hacerse aún más grande, cuando se habla con escaso conocimiento, con conceptos obsoletos o con prejuicios.
La tosca política que pone en práctica el Sr. intendente puede resultar en la concreción de algunas obras básicas y aceptadas socialmente, obras que pueden ser más o menos bonitas y normales en cualquier ciudad, pero que a menudo no solucionan las necesidades más profundas o urgentes porque se realizan sin una evaluación seria y participativa, sin tener en cuenta prioridades puntuales o generales, que únicamente pueden conocerse abriendo el gobierno al aporte de la sociedad.
Todavía quedan unos meses y quizás vengan aún más estupideces ambientales, quién sabe… Pero somos nosotros, los vecinos de Traslasierra, los que debiéramos aprender a juzgar más finamente un gobierno, a no conformarnos con simples “hacedores” de sobredimensionadas obras que esconden pequeños tiranos regodeándose en sus decisiones y en cómo las toman. Hoy en Villa Dolores, en esta gestión municipal, no hay seriedad y criterio razonable en quienes deciden políticas ambientales (si es que lo que hay puede llamarse así). Como en otras áreas, tenemos la obligación de exigir políticas profundas y participativas, y no aceptar sin crítica cualquier absurdo que el poder decida imponernos. En definitiva, no deberíamos ser tan tolerantes con funcionarios que quieren ciudadanos pasivos políticamente, para apoderarse ellos de la política.
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